The Christian religion depicts fallen angels as angels that rebelled against God and were expelled from heaven for their rebellion. Some believe that these angels fell to the earth and that even today they live among us. They have the appearance of humans, but in reality they are not, and they act like flâneurs, wandering around our cities.
The concept of the flâneur first appeared in the literature of the 19th century, in the midst of the rapid growth of cities; it referred to a character with the airs of a dandy and a sensitive, poetic spirit, who wandered aimlessly and alone through 19th-century Paris, eager to experience the city as an observer. Immersed in the city, yet distant from it.
This is how the artist experienced the city of Paris during the time she was living there, and this is what she believed the experience of fallen angels would have been like. A work for which she acted as judge and jury to discover and portray one of the world’s most iconic cities from the perspective of the relationship between photography and literature.
This project involved taking thousands of photographs of the city over the course of three months. Portraits of streets, people, nooks and crannies. Afternoons of contemplation and photo shoots from fixed locations where the artist kept alert, unmoving, while the people, the light, the vibrations offered by the setting changed depending on the time of day. But also long walks at night through out-of-the-way places, mornings reading the streets, and evenings filled with that Parisian scent that calls to mind the writings of Charles Baudelaire and Walter Benjamin.
Finally, the visual expression of this essay consisted of a piece formed by the juxtaposition of dozens of photographs taken in the same location, on metal. This work now forms part of the contemporary art collection of the Mairie de Montrouge (Paris), which funded and supported its creation.
La religión cristiana presenta a los ángeles caídos como ángeles que se rebelaron contra Dios y que por ello fueron expulsados del cielo. Existe la creencia de que estos ángeles llegaron a la tierra y que aun hoy habitan entre nosotros. Tienen apariencia de humanos, pero en realidad no lo son, y actúan como flâneurs deambulando por las ciudades.
La idea de «flâneur» apareció en la literatura del siglo XIX en plena expansión de las urbes; refería a un personaje con aires de dandy y espíritu poético, sensible, que callejeaba solitario y sin rumbo por el París de la época ávido de sentir la experiencia de la ciudad como observador. Inmerso en ella pero distante.
Así es como la autora experimentó la ciudad de París durante el tiempo que estuvo viviendo allí, y así es como ella entendía que vivían los ángeles caídos. Una obra en la que fue juez y parte para descubrir y retratar una de las ciudades más icónicas del mundo partiendo de la relación entre la fotografía y la literatura.
El trabajo supuso la toma de miles de fotografías urbanas a lo largo de tres meses. Retratos de calles, gentes, rincones. Tardes de contemplación y de disparos fotográficos desde una ubicación fija donde la autora se mantenía atenta, inmóvil, mientras cambiaba la gente, la luz, y las vibraciones que ofrecía el lugar dependiendo del momento del día. Pero también noches de largos paseos por lugares recónditos; mañanas de lectura callejera, ocasos con olor a la esencia parisina que evocaban aquellos textos de Charles Baudelaire y Walter Benjamin.
Finalmente la resolución plástica de este ensayo consistió en una pieza formada a partir de la yuxtaposición de decenas de fotografías tomadas en un mismo lugar sobre metal, obra que hoy forma parte del fondo de arte contemporáneo de la Mairie de Montrouge (París), entidad que financió y apoyó la creación de la misma.