Over time, we women begin turning invisible. This phenomenon is not a superpower, but the fate to which ageing condemn us in a society that only ever presents and represents young women.
One need only take a look at advertising, television, cinema or social networks like Instagram to find a catalogue of sculpted bodies and smooth skin that seems to suggest that females do not exist beyond the age of thirty-something.
And what happens after that? Where do older women hide? What do they do? What are their everyday lives like?
It seems that older women don’t take selfies, don’t feel beautiful, are not admired either for either their physical or their intellectual beauty; we simply don’t know anything about them because at a certain point they are simply made to disappear. And if we do see them represented it is not in the glory of the lives they have lived and the experience they have gained, but as mothers, wives, carers, or as a vestige of what they once were.
This is how women become invisible, something that occurs progressively but that is especially noticeable from the age of 50, when the physical freshness of youth gives way to a new stage of life; a stage richer in experience, with the benefit of a long life story, but that nevertheless goes unnoticed because we live in a society characterised by the importance of the appearance and of eternal youth. They don’t appear on television, or in fashion magazines; we don’t know much about them or about what gives their lives joy.
This series of portraits of mature women highlights the fact that they exist, and that they are important; that they do not fade away as the years go by, but that at their age they too can shine. This is a project that takes models like Lyn Slater, Daphne Selfe, and Yazemeenah Rossi as references. The difference here is that although they are inspired by fashion photography, they are portraits that go beyond that tradition, always accompanied by the life stories of the models to show that they are not mere mannequins.
We love them with their wrinkles, with their silver manes; they are not women dressed as ladies of high society or as sweet old grandmothers from some American TV show; they are irreverent, bold and defiant, because this is how we believe we should make them feel: to show them that they should feel proud to have a story behind them and many more that still lie ahead.
Las mujeres con el tiempo nos vamos volviendo invisibles. No se trata de un superpoder sino del destino al que nos abocan los años en una sociedad en que sólo se presentan y representan mujeres jóvenes.
Tan sólo hay que prestar atención a la publicidad, a la televisión, el cine o las redes sociales como Instagram, catálogo de cuerpos esculturales y pieles lisas que parece que la existencia femenina no vaya más allá de los treinta y pocos años.
¿Y qué pasa después? ¿Dónde se esconden las mujeres de edad más avanzada? ¿A qué se dedican? ¿Cómo es su día a día?
Parece que las mujeres de más edad no se hagan selfies, ni se sientan bellas, ni sean admirables en su belleza física, ni en su bella intelectual, simplemente no sabemos esta faceta porque llegado el momento simplemente las hacen desaparecer. Y si las vemos representadas no es desde el esplendor que da la experiencia y el haber vivido, sino como madres, esposar, cuidadoras o como vestigio de lo que un día fueron.
Así es como las mujeres se vuelven invisibles, algo que sucede de forma progresiva pero que se manifiesta de forma notable a partir de los 50 años en los que poco a poco la frescura física de la juventud mengua para dar paso a otro período; un período más rico en experiencia, con disfrute del tiempo y de la vida, pero que en cambio pasa desapercibido porque vivimos en una sociedad marcada por la importancia de la apariencia y la eterna juventud. Como decíamos, no salen en la televisión, ni en las revistas de moda, no sabemos demasiado de ellas ni de su gozo de vivir.
Esta serie de retratos de mujeres maduras ponen de manifiesto que existen, y que valen mucho, que no porque cumplan años se apagan, sino que a su edad también pueden brillar. Un proyecto que toma como referencia modelos como Lyn Slater, Daphne Selfe o Yazemeenah Rossi. La diferencia es que aunque tienen una inspiración en la fotografía de moda son retratos que van más allá, siempre acompañados por sus historias que ponen de manifiesto que no son meros maniquíes.
Las queremos con sus arrugas, con sus melenas color plata; no son señoras vestidas de señoras de la alta sociedad ni de abuelas dulces y rancias de teleserie americana, sino que son irreverentes, valientes y desafiantes, porque así es como creemos que debemos hacerlas sentir. Demostrarles que deben sentirse orgullosas de llevar atrás una historia y mil más que aún les quedan por vivir.